ATADA AL PASADO

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No me esperes,

sentado en el tibio remanso de tus días.
Ahuyenta de mí tu mirada,
y vuelve a confundirte
con la mudez de un lenguaje
que yo, ya he perdido para siempre.

Atada al pasado
estoy,
sin existencia.
Los veloces caminos del tiempo
me acomodan un sitio
en parajes desvelados.
Yo voy,
detrás del viento,
sumida en nostalgias de voces antiguas
y de figuras de las que, aún,
no he podido deshacerme.

Ni yo misma comprendo la distancia.
Todas las tinieblas que me anidan
tienen
la misma forma de silencios.

¿PORQUE?…

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Estoy aquí,
con el hueco de mis treinta sueños
encarpetados,
en pleno centro de la Avenida Corrientes.

La Avenida parece cortarse.
La salida de los cines,
dispersa su languidez
hacia las innumerables pizzerías,
husmeando el aire
con su olor a bebidas gaseosas
y a filosofía gastada
apostada en la mesa de un Café.

Alguien torna del mundo del Apocalipsis
una sotana aceitosa
y un par de sandalias misioneras.
Una figura cae,
con un tiro abrochado en la cabeza.
Una voz se arrodilla
y pregunta «¿Porqué?».

La noche apaga su fiesta de estrellas.

DORMIR

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Dormir…ahogarse en las tinieblas.
Huir de la tristeza de los otros.
Dormir… miseria altiva.
Mundo desigual que ampara al ciego.
Dormir es no vivir… sueño profundo de la muerte.
Ahondarse en las penumbras inconscientes.
Asesinar al tiempo.

Transeúnte
de la obligada senda de la vida;
dormir es detenerse. Es no reconocerse.
Porque al dormir, se duerme la impaciencia,
se duerme la ambición, se duerme el miedo.
Borracho de sueño, la horas ya no alcanzan.
Se caen a un costado las voces que reclaman,
la agilidad despierta,
del joven, del rebelde,
del promotor de causas.

Dormir es olvidar. Dormir y abandonar.
Dormir es deshojar los pétalos de vida.
Dormir… dormir, mientras el mundo gira,
palpita, se levanta, se enreda,
se hace trizas…
y vuelve a revivir.

El sueño va estancando las aguas de conciencia,
y el pensamiento atrofia,
en mórbidas penumbras.

Dormir es ir perdiendo,

el cuerpo y el espíritu,

en somnolientas ondas.

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