No me esperes,
sentado en el tibio remanso de tus días.
Ahuyenta de mí tu mirada,
y vuelve a confundirte
con la mudez de un lenguaje
que yo, ya he perdido para siempre.
Atada al pasado
estoy,
sin existencia.
Los veloces caminos del tiempo
me acomodan un sitio
en parajes desvelados.
Yo voy,
detrás del viento,
sumida en nostalgias de voces antiguas
y de figuras de las que, aún,
no he podido deshacerme.
Ni yo misma comprendo la distancia.
Todas las tinieblas que me anidan
tienen
la misma forma de silencios.