Escribo estos versos
al borde de esta noche inconmovible,
donde la soledad es apenas
un breve silencio,
y la distancia,
una forma de olvido sin regresos.
Nuestro tiempo de amar,
se fue de nosotros por nosotros mismos
Y yo escribo estos versos
como un halago de melancolía.
La llovizna de este otoño se derrama
sobre el quebranto de aceras y avenidas,
parco de quimeras compartidas,
terco de inconcretas redenciones.
El corazón deja caer
el crucigrama de su enigma.
En el jardín
la tristeza y el muro han crecido
Se han muerto de pena las anémonas
y agonizan, ya, las siemprevivas.
Y yo escribo estos versos
para que tú los digas…
Sin preguntas tibias
ni respuestas vacías.
Asumiendo el suicidio de las horas
y el paso de los días.
La vuelta al mundo
en un instante que gira.
O, acaso, tan solo,
el tránsito
de un modo de vida.