En mis palabras, estalla la luz de los limones,
siguen los trenes solos rondando con la lluvia,
y el alba llenó todas las copas con su vino.
¿Era tal vez la voz de la lluvia llorando
por la entreabierta y húmeda tiniebla de las hojas?
Nadie vio en mi boca la luna que sangraba,
la furia del vino encarcelado.
Y fui, de rumbo en rumbo,
como las aves ciegas,
revelando las sendas
dentro de los jardines del mundo
Precioso poema que, con tu permiso, lo comparto en facebook
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