- Albergué, indecisa y vacilante, algunas pertenencias.
Al borde de mi crisis delirante, las fui acumulando,
Como quien atesora amuletos con fulgores de suerte.
He ido partiendo en dos cada recóndito sitio - donde los duendes liberan los instantes fecundos,
- los momentos exactos en que el reloj
- de arena sucumbe y ya es la hora.
Solo mis fantasmas podían compartir los despojos
de mis bienes, ajetreados de ex profeso, arrastrados,
envueltos en un fardo, convertidos en un hato de objetos inservibles,
pero míos, tan míos que podía llevarlos a pasear donde quisiera
inscribían la señal con mi nombre grabado en el borde de la tela.
Pero a veces, solo a veces, somos vagos sujetos de despojos,
a veces, solo a veces, el acaso nos colma de carencias
Me gusta el poema. Y hay veces en que ni siquiera son de uno esos objetos inservibles que sustentan la memoria, o la desmemoria
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